¿Cómo puedo estimular las ideas nuevas en mi organización?
Esa pregunta ha generado una industria global de consultores, coaches, métodos, cursos, libros y agencias especializadas.
Pero pasan los años, pasan los CEOs, cambia el consejo, y la innovación sigue sin llegar en muchas instituciones que lo intentan. Fueron grandes en su día, y aunque siguen invirtiendo en formación, contratando a consultores -de cuanto más lejos y más caros, mejor- y haciendo grandes planes de cambio, los de fuera siguen viendo una organización pesada y estática en la que la innovación es más un hashtag publicitario que una realidad tangible.
¿Por qué tanto esfuerzo para cambiar termina dando tan pobres resultados en tantos casos?
He encontrado respuestas en un entorno poco propicio para pensar: viendo la tele.
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