Hace tiempo que los psiquiatras advierten de un efecto que tiene nuestro modo de mostrarnos en las redes sociales: lo que enseñamos es, muchas veces, una representación idílica de la realidad.

En las presentaciones que hago sobre el sentido que tienen los medios sociales, siempre hablo del trauma del domingo por la tarde. Por la mañana has peleado con tus hijos para que se levanten de la cama. En torno a las 12 has experimentado una realidad: es la hora menos feliz de la semana. Después de comer con tus suegros, has tenido una pelea con tu mujer por un comentario hecho a sus padres que no le ha gustado. Después de volver a reñir con tus hijos para que rematen los deberes para el lunes, te conectas a Facebook.

Allí ves:

  • Que algunos amigos que -al contrario que tú- no se han casado han almorzado en restaurantes de enseño con chicas estupendas.
  • Que una compañera de trabajo publica sus fotos de la mañana montando a caballo.
  • Que una pareja de amigos que-sí-son-felices-no-como-nosotros han vuelto a hacerse un selfie frente al mar que da mucha envidia.
  • Que ese pariente tuyo ha vuelto a ir al fútbol con sus hijos, mientras tú no te lo puedes permitir.

Por eso me parece que este vídeo del director Shaun Higton es muy oportuno. Nos recuerda una idea en la que deberíamos educarnos y educar a nuestros hijos:

  1. No es oro todo lo que reluce, y no es exactamente cierto que todo el mundo sea tan feliz como parece en las fotos de las redes sociales. Ellos y ellas también tienen muchos ratos… normales.
  2. El riesgo de vivir una vida vicaria: a través de los momentos de otros.

Gustavo Entrala es Socio Director de la agencia de Publicidad 101.

Está en Twitter y en LinkedIn y tiene un blog de música.

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