Últimamente se ha especulado en los medios con la posibilidad de que grandes estrellas del deporte como Leo Messi reduzcan su rendimiento en el campo mientras negocian en los despachos para renovar su contrato o mejorar sus condiciones.
En el caso de Messi, por ejemplo, se apunta a la posibilidad de que su padre, representante del jugador, haya planteado un órdago a la directiva barcelonista a cuenta del sueldo de Neymar, la otra gran estrella del Barça. Según se comenta, Jorge Horacio Messi sospecha que Neymar da Silva Senior ha conseguido mejores condiciones para su hijo.
No es el primer caso en el que un deportista condiciona sus goles o canastas a una situación extradeportiva. Cuando hay mucho dinero en juego, se produce un círculo vicioso entre la riqueza rápida, la fama y el entorno familiar que pude tener consecuencias funestas para la vida futura del deportista.
Si hay algún lugar del mundo en el que este círculo vicioso se reproduce de forma masiva es Estados Unidos. Allí, la generación de estrellas es un sistema organizado que comienza en las universidades y cristaliza en las tres grandes ligas profesionales (NFL para el fútbol americano, NBA para el baloncesto y MBL para el béisbol). Dichas competiciones generaron ingresos conjuntos por valor de 21.500 millones de euros en 2012, casi diez veces lo que genera la LFP en nuestro país.
Los salarios de los deportistas profesionales en Estados Unidos son astronómicos. Un chico de 21 años pasa de la noche a la mañana de ser una persona de condición modesta a percibir un salario de más de 1 millón de dólares. Y en muchos casos, ese día marca el principio de un auténtico calvario personal. A los cuatro años de terminar su carrera profesional, ese mismo chico tiene muchos boletos para estar arruinado. En concreto, un 80 por ciento de los jugadores de la NFL y un 60 por ciento de los de la NBA no tienen un centavo cuando han pasado tres años desde que abandonan los campos.
El dinero que entró rápido, se va igual de rápido y deja por el camino una vida destrozada.
Lo cuenta muy bien el documental Broke, producido por ESPN Films.
Decenas de testimonios en primera persona revelan los 10 pecados capitales del deportista de élite:
1. Gastan todo el dinero que ingresan durante los dos primeros años de carrera. Lo primero que hacen es comprar una buena casa a su madre -eso está muy bien- pero el resto se lo gastan en coches de lujo, fiestas, prostitutas y joyas. Son chavales con un entorno familiar inestable y fragmentado que no les ha preparado para hacerse millonarios a tan corta edad.
2.- Su vida adolescente ha estado dominada por la cultura hedonista del hiphop. Muchos declaran en el documental que las letras de cantantes como JayZ, Kanye West o Snoop Dogg les han inoculado la aspiración a un estilo de vida dominado por chicas de quita y pón, marcas de lujo y coches veloces.
3.- «Muestras tu status en el parking del estadio. Ahí te juegas tu prestigio entre el resto de la plantilla», dice un antiguo jugador de la NBA, ahora en la ruina. La envidia es un factor decisivo a la hora de tomar decisiones de gasto. La ropa, los collares con diamantes y la colección de coches deportivos se convierten por eso en un gasto de primera necesidad. La necesidad de mantener el nivel se convierte en una espiral destructiva para su cuenta corriente.
4.- De lo que nunca se habla en los vestuarios es de las inversiones fallidas de los deportistas. Y son muchas. Es típico, por ejemplo, que un amigo de un amigo proponga al jugador que invierta en un túnel de lavado de coches, en un restaurante o en un Stripclub. Lo importante no es la rentabilidad, sino que sean lugares a los que se pueda llevar a otros amigos o a la truope que acompaña al deportista. En muchas ocasiones, esos negocios terminan en la ruina porque sus gestores son amiguetes, no profesionales.
5.- La troupe es la principal fuente de derroche. El dinero atrae a moscas, mosquitos y ratas de cloaca: «De repente te salen amigos hasta debajo de las alfombras. Aparte de tu padre y tus hermanos, te ves rodeado permanentemente por primos, vecinos, chicas y un equipo de seguridad. En un momento tuve una troupe de 30 personas que me seguía a todas partes», dice un antiguo quarterback de la NFL. Y claro, esas personas tienen un sueldo, acompañan al deportista a todas las fiestas y se ocupan de sacarles más y más dinero.
6.- Familia y vecindario. Como muchos de estos chicos salieron de un barrio deprimido de alguna de las grandes ciudades americanas, se sienten en deuda con su familia, con sus amigos, con sus profesores… «De repente todo el mundo empieza a pedirte dinero, te ven como la única salida a su pobreza. Se aprovechan de que te sientas en deuda con tus orígenes, y es muy fácil ceder. Lo difícil es decir que no». Un jugador de la NFL cuenta que durante su carrera pagó 5 casas y llegó a mantener a 50 familias del vecindario.
7.- Los padres de estos chicos suelen ser personas de condición humilde, y en muchos casos no tienen trabajo. De repente se encuentran con que su hijo gana un montón de dinero, y ven el cielo abierto. «Yo me arruiné por culpa de la mala gestión que hizo mi padre del dinero. Cuando terminó mi carrera, no quedaba nada», dice un antiguo pitcher. Los expertos recomiendan separar desde el principio a la familia del dinero y poner las cuentas en manos de un equipo de profesionales en el que no se pongan todos los huevos en la misma cesta. «Hay que separar la contabilidad de las inversiones, y las inversiones de la representación para negociar en nombre del jugador».
8.- Otro de los problemas comunes de las estrellas del deporte profesional son chicas que se les acercan con el único propósito de quedarse embarazadas, obtener el reconocimiento de la paternidad y pedir una pensión para el mantenimiento del hijo. Existen blogs y redes de SMS que alertan sobre cuándo una estrella ha entrado en una discoteca de la ciudad. Decenas de chicas se acercan a probar suerte. Hay jugadores que mantienen a 8 o 10 hijos reconocidos con sendas mujeres a las que casi no conocen. No sólo se trata de relaciones esporádicas. En el 60 por ciento de los casos, las esposas de los jugadores profesionales piden el divorcio durante los tres primeros años de la retirada del jugador.
9.- Cuando han pasado cinco o seis años, a muchos se les ocurre la idea de mirar su cuenta corriente. Es entonces cuando se dan cuenta de que sus hábitos de vida les están arruinando, e intentan un último recurso que les saque de la situación. En ese momento, asesores profesionales se les acercan para proponerles inversiones arriesgadas -una gran oportunidad– que terminan con su dinero.
10.- No escarmientan en cabeza ajena. No planifican. Todos piensan: «A mí no me va a pesar eso». Por eso, cuando ven que otros deportistas profesionales subastan su anillo de campeones en Ebay, no se dan por aludidos. Una de las tentaciones más comunes es la de sobrestimar la longevidad de su carrera. Pero la realidad es dramática: en muchos de los casos, una lesión termina con todo cuando sólo han pasado tres años desde que el sueño comenzó.
Sus tuits pueden seguirse en @gentrala