Una de esas ideas que ha asomado alguna vez por tu cabeza antes de leerlas expresadas de una forma tan brillante como lo hace Glenn Feishman en la revista Fast Company:
«Mi sensación de que los cumpleaños han perdido valor ha crecido progresivamente. En parte por el software de calendario que uso; es capaz de extraer automáticamente la fecha de los cumpleaños de mis contactos personales, así como de mis relaciones en Facebook, LinkedIn y en otras fuentes que disponen de dicha información.
Cuando ves cumpleaños todos los días en tu agenda, incluyendo los de personas a las que nunca has felicitado y de otras a las que realmente no conoces, te empiezas a disociar de la gente en cuestión. Un cumpleaños es importante; 100 son una lista».
Es verdad: las redes sociales han hecho fácil, cómodo y accesible una información cuyo conocimiento pre-redes requería un interés específico y un cierto nivel de confianza con esa persona. Hace años, cuando alguien te llamaba por tu cumpleaños, tenías la seguridad de que esa persona te apreciaba de verdad. Ahora están todos en Facebook (y ese es posiblemente el mayor valor de esta red social y el factor que hace que la gente no se dé de baja de esta red).
Si, además, felicitar a alguien es tan sencillo como poner un like o mandar un Felicidades!!! 🎊🎉 a un grupo de Whatsapp, el resultado es un aumento exponencial del número de felicitaciones que se reciben. Y al principio, ese aluvión provoca una cierta sensación de euforia. Por eso, antes se leía con frecuencia esta idea, formulada de distintas maneras: Qué gozada es cumplir años en la era de las redes sociales.
Pero ¿qué valor real tienen esas felicitaciones? Se ha producido una inflación evidente en su número, y el esfuerzo es tan pequeño que podría decirse que felicitar el cumpleaños a alguien usando las redes es ya una commodity (en la jerga empresarial, una commodity es algo que fue especial pero se ha hecho tan abundante que ha perdido su valor).
Para quien piense que Facebook y Whatsapp han devaluado lo que tiene en sí de especial una felicitación de cumpleaños, siempre es posible volver al correo físico. El New York Times apuesta ya por un revival de las cartas a mano.
Quizá sea el momento de rescatar del archivo esta idea de la agencia AKQA para la empresa pública de correos en Estados Unidos: añade efectos de realidad aumentada a una carta física. Quizá con este empujón, los millennials se animen a enviar su primera carta con sello. Quizá no. ¿Qué piensas tú?
Gustavo Entrala es experto en Tendencias, Innovación y Branding.
Asesora a CEOs y consejos de administración en su estrategia digital y hace workshops sobre tendencias e innovación in-company.
Está en Twitter y en LinkedIn
Yo creo que aunque sea fácil felicitar por las redes sociales no deja de ser un momento al año en el que te acuerdas de esa persona que quizá no sea un amigo íntimo, pero de alguna forma le aprecias. A mi me encanta felicitar por facebook. Me parece algo maravilloso.
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Esperaba esta reacción por parte de muchas personas. Es positivo que ahora sea tan fácil conocer la fecha de cumpleaños de muchos contactos. Es positivo cualquier gesto de aprecio personal por mínimo que sea. Al mismo tiempo, eso no desacredita la premisa mayor del razonamiento: que la facilidad ha conducido a la masificación y que el valor relativo del hecho de felicitar ha perdido peso.
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