En Europa no tenemos súperheroes como Steve Jobs, Bill Gates, Jeff Bezos, Elon Musk o Travis Kalanick, el fundador de Uber.
Aquí tenemos líderes con caracteres fuertes, sí, y gente con ideas, también. Pero no sentimos la devoción a los grandes fundadores que existe en la cultura americana. Los empleados de las compañías europeas no ejercitamosel culto a la personalidad que se palpa en los grandes eventos de Apple, en las reuniones de accionistas de Tesla o en algunas reuniones de ventas como esta. Ese culto a la personalidad deriva por una parte, del respeto a la visión del fundador que existe en las firmas de capital riesgo que proporcionan gasolina a las empresas americanas. Pero tiene una vertiente de alto riesgo: el carisma del fundador anula con facilidad las opiniones disidentes y conduce ya sea a la gloria (caso de Jeff Bezos y Amazon) ya sea a la ruina (caso de Uber).
Es imposible que un tipo como Travis Kalanick hubiera seguido una trayectoria similar si fuera europeo: dejar la Universidad antes de terminar la carrera para montar una empresa (¿cuántos nos atrevemos a hacerlo en Europa?); crear una segunda compañía con 27 años y venderla por 19 millones de dólares. Y lanzarse a fundar la tercera consiguiendo 8.810 millones de dólares de financiación.
Eso aquí no puede pasar. No tenemos una incubadora de startups con la potencia de Silicon Valley, y no existe en Europa ningún sistema de firmas de capital riesgo capaz de levantar las cifras que se están manejando ahora en Estados Unidos o en Asia.
Es imposible que Uber hubiera llegado donde está sin un carácter como el de su defenestrado CEO. Tiene un gran sueño, revolucionar la movilidad de las personas a nivel global. Y durante ocho años nadie ha sido capaz de pararle los pies: ni las leyes locales, ni las protestas de los gremios corporativos, ni la prohibición de algunas grandes ciudades para operar. Sólo alguien con dinero y un nulo respeto al statu quo podría haber logrado que una empresa como Uber esté hoy en 570 ciudades en 70 paises. Mytaxi, la alternativa europea que utiliza los servicios de taxistas con licencia, está presente en 16 ciudades europeas. Y fue fundada al mismo tiempo que Uber.
El mantra de Kalachnick durante estos ocho años ha sido «crecer mucho, crecer rápido y crecer como sea». Si eres Jeff Bezos y tienes en casa a una esposa fantástica con cuatro hijos pequeños, supongo que tu hogar y tu entorno familiar equilibran de algún modo tus ambiciones titánicas. Pero si eres soltero, sigues viviendo con los criterios de un adolescente y te va muy bien, terminas creando una cultura de matones al estilo de El Lobo de Wall Street.
Lo que me fascina de la cultura empresarial americana es su capacidad de corregirse y rehacerse. Kalanick está fuera y el consejo de Uber parece decidido a intentar un gran cambio cultural. Por primera vez en la historia de Silicon Valley se ha destituido a un fundador no por su incapacidad para gestionar sino por la cultura agresiva, sexista y delictiva que había implantado con su ejemplo personal.
Y esas cosas, aquí en Europa, no pasan. ¿Qué es lo que nos falta a los europeos? ¿iniciativa? ¿dinero? ¿ambición? ¿matones?
Gustavo Entrala es experto en Tendencias, Innovación y Branding.
Es conferenciante y hace workshops sobre tendencias in-company.
Está en Twitter y en LinkedIn y dirige un podcast sobre música y tendencias.